Y con tu distancia, yo.

Antes, hace tiempo, mucho ya
no hacía falta pedirte que me quisieras.
Lo demostrabas
con tus dedos,
con tus labios,
contigo.
Más tarde hizo falta mirarte
-cuando estabas aquí-.
Después tus cartas llenas de palabras.
Viajes familiares a Madrid.
Noches rápidas de dudas y quizás.
Años de esperas.
Y entonces el silencio
disfrazado de mares y paellas.

















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