Demasiadas

Contigo he perdido
muchas veces
la virginidad
-por no decir
la dignidad-.
Una detrás de otra.

Me abrí sin límites
para ti,
para que entraras 
muy adentro.
Para sentirte.

Ahora,
al cerrar las páginas
y las piernas
y los ojos
me duelen las heridas
y la sangre seca.

Ahora, descubro
que soy demasiado pequeña
para tus grandes rarezas.

Madre

En tus entrañas
me descubro.
En tu camino
inicio el mío.

En tus lágrimas
se encierran
mis ansias de ser.

En tus recuerdos
sé mi origen.

Y desde ti
me hago,
me siento,
y soy.
Por ti.

Y de mí.

Me gusta ver los tejados
desde la ventana de mi salón.
Ver al vecino que sale a fumar
antes de tender la ropa
y entrar en la cocina
mirando tras de sí
como si se hubiera
olvidado de algo.

Me gusta ver las luces
que se apagan
mientras todos se van a dormir.
Y yo sigo mirando a través de ella
observando el reflejo de la oscuridad.
Y saberme, en este preciso momento,
lo más importante del mundo.

Nada es

                                                    [Martín (Hache)]

Es como el polvo que tenemos pendiente
y que sabemos tardará en llegar.
Uno se siente parte de muy poca gente
por eso hay que follarse a las mentes.
La casa propia es el final del camino.
Y si nos va mal, cuál es el problema.
Hay veces que es necesario dejarlos ir.
Me hago mayor...

a través de las manos que me tocan
-con las caricias de tus dedos en mi espalda-
a través de los besos que me roban
-con el sabor amargo de tu recuerdo-
a través de las lenguas que me recorren
-con tus palabras nunca pronunciadas-
a través de unos ojos que me miran
-con tu distancia haciendo camino-

...en los espejos.









Conciencia de ser-me

Decidí dejarme la ética
escondida bajo la cama,
en una caja de madera
que me regaló mi madre
cuando aún era niña.

Y desde entonces,
y sólo algunas noches,
-cuando me lo permito-
disfruto del fracaso.