Se nos quedaron vacías las manos

                                                                       [A ti, que en la distancia existes].


Ya estuvieron sobrevaloradas las palabras;
y sin embargo, caemos en errores cometidos.
Ahora la calma nos desequilibra
a pesar de la generosa tormenta.
Y volvemos, a escondidas, a encerrarnos.
Y nos cayó la noche sin avisar,
sin entender el paso de las horas y del tiempo,
sin encontrar respuesta a nuestras ansias.
Y desde entonces nos invade la oscuridad de los cuerpos.

Se equivocan los botones

Se acaban los juegos de cama limpios.
Las miradas se agotan también.
La gata no conoce ya,
no recuerda ni guarda relación.
Los cuerpos se confunden
entre sábanas sucias de ayer.