[A ti, que en la distancia existes].
Ya estuvieron sobrevaloradas las palabras;
Ya estuvieron sobrevaloradas las palabras;
y sin embargo, caemos en errores cometidos.
Ahora la calma nos desequilibra
a pesar de la generosa tormenta.
Y volvemos, a escondidas, a encerrarnos.
Y nos cayó la noche sin avisar,
sin entender el paso de las horas y del tiempo,
sin encontrar respuesta a nuestras ansias.
Y desde entonces nos invade la oscuridad de los cuerpos.