Las caricias que me faltan

Hay tanto en ti de lo que fue
que me confundo en el tiempo
y en los cuerpos.

Orígenes inciertos y confusos
buscándose a través de las palabras.

Ahora

Ya no equivoco los nombres
como tampoco confundo los sexos.
Alzo la mano y grito
hasta tocar una de tus pestañas
y dolerte desde el silencio del tiempo.

Hogar

Tormentas de demonios
azotan la casa vacía
donde el frío y el silencio
arden a la luz de las velas.

Vacía de mí

Ya no sé lo que era
ni lo que fui
ni lo que algún día
quise llegar a ser.

Voy vaciándome de todo

en cada paso
en cada lágrima
entre sábanas
y pelos de gato

hasta desaparecer

y hacerme nada.

Solo yo.

Murió de secretismo

Tú lanzaste la moneda
-alguien tenía que hacerlo-
y cayó por el lado de la soledad.
Ahora la guardo yo.

Fue tu regalo.

Mientras tú dices sí

Yo sin embargo hago mudanzas.
Esta vez no soy yo quien se va.
Son mis manos en otros muebles
que no me reconocen.
Recuerdos que cambian de lugar
y olores que se pierden en caminos
de ida
sin vuelta ya.

Caducidad


El vecino de enfrente debe estar de vacaciones,
los de abajo cenan algo que huele a carne,
la gata observa la oscuridad desde la ventana…
Aquí dentro todo sigue igual.
Algo más de polvo en las estanterías,
ropa sucia de hace meses,
plantas sedientas que no aguantaron
y murieron esperando que volviera.
Ahora que estoy aquí
nada me identifica ya con lo que dejé.
Tan solo las ganas de marchar.

Olfateándome los restos

Y sigo oliendo a perra
debajo de tus mordiscos
donde tus marcas
me amoratan el cuerpo.
Y me hacen tuya por más tiempo.

Sin esperar nada más de mí

Cada noche a la misma hora
me niego la posibilidad de ser madre.

Son solo unos billetes para mí

Quiero saberte mía
unos instantes solo
para regalarte mi destino
en camas ajenas
donde la limpieza y tu nombre
sean lo más insignificante
que haya conocido.

A veces, no entiendo el silencio

cuando hay música de fondo.
A veces, me distraigo en la letra
y olvido el camino.

Se nos quedaron vacías las manos

                                                                       [A ti, que en la distancia existes].


Ya estuvieron sobrevaloradas las palabras;
y sin embargo, caemos en errores cometidos.
Ahora la calma nos desequilibra
a pesar de la generosa tormenta.
Y volvemos, a escondidas, a encerrarnos.
Y nos cayó la noche sin avisar,
sin entender el paso de las horas y del tiempo,
sin encontrar respuesta a nuestras ansias.
Y desde entonces nos invade la oscuridad de los cuerpos.

Se equivocan los botones

Se acaban los juegos de cama limpios.
Las miradas se agotan también.
La gata no conoce ya,
no recuerda ni guarda relación.
Los cuerpos se confunden
entre sábanas sucias de ayer.

2012 (y par)

Llevaba tiempo sabiéndolo,
incluso creo haberlo comentado
en alguna ocasión.

No sé si el tiempo, mi razón o el destino
 -si es que eso importa-
pero algo me ha hecho llegar a creérmelo.
Es cierto que han tardado en pronunciarse,
o yo en darme cuenta de ello, qué más da.
El caso, es que desde hace días
me despierto de manera diferente
y me levanto de la cama por el otro lado
para, al final, acabar frente al espejo
-eso sí sigue siendo igual-.
Y me observo unos instantes
con una expresión desconocida.

No sé, hay algo que ha cambiado
y que me gusta, quizás demasiado.

Felicidades

Soy lo que me han hecho ser.
Y me moldeo, poco a poco, día a día, 
para lo que pueda llegar a conseguir.

Me han enseñado a callar
a preguntar lo justo y necesario
a observar y sacar mis conclusiones.

Soy lo que me has enseñado.
Y sí, yo sí estoy orgullosa de mí.
He sabido proyectar en mis aciertos
lo imperdonable de tus errores.


Castillos de cartón

Hoy me he vuelto a acordar de ti
al cruzar la calle.
Siguen teniendo el perro de piedra
que adornaba la fachada.
Siguen manteniendo el color
y los toldos de la terraza.
Todo parece estar igual y en calma.
Sin embrago, cuando paso por ahí,
ya sólo encuentro el vacío de lo que fue.


Dalo por hecho

No voy a estarme quieta ni callada.

Vamos a poner las cartas boca arriba
a darle el nombre correcto a todo.
A las esperas largas e impacientes,
a las miradas ausentes, a los silencios,
a las palabras mal dichas
y a esto que ocurre mientras pasa el tiempo.
Vamos a cerrar el círculo y a terminar el partido
improrrogable ya.

Esta vez me quedaré satisfecha, dalo por hecho.

Demasiadas

Contigo he perdido
muchas veces
la virginidad
-por no decir
la dignidad-.
Una detrás de otra.

Me abrí sin límites
para ti,
para que entraras 
muy adentro.
Para sentirte.

Ahora,
al cerrar las páginas
y las piernas
y los ojos
me duelen las heridas
y la sangre seca.

Ahora, descubro
que soy demasiado pequeña
para tus grandes rarezas.

Madre

En tus entrañas
me descubro.
En tu camino
inicio el mío.

En tus lágrimas
se encierran
mis ansias de ser.

En tus recuerdos
sé mi origen.

Y desde ti
me hago,
me siento,
y soy.
Por ti.

Y de mí.

Me gusta ver los tejados
desde la ventana de mi salón.
Ver al vecino que sale a fumar
antes de tender la ropa
y entrar en la cocina
mirando tras de sí
como si se hubiera
olvidado de algo.

Me gusta ver las luces
que se apagan
mientras todos se van a dormir.
Y yo sigo mirando a través de ella
observando el reflejo de la oscuridad.
Y saberme, en este preciso momento,
lo más importante del mundo.

Nada es

                                                    [Martín (Hache)]

Es como el polvo que tenemos pendiente
y que sabemos tardará en llegar.
Uno se siente parte de muy poca gente
por eso hay que follarse a las mentes.
La casa propia es el final del camino.
Y si nos va mal, cuál es el problema.
Hay veces que es necesario dejarlos ir.
Me hago mayor...

a través de las manos que me tocan
-con las caricias de tus dedos en mi espalda-
a través de los besos que me roban
-con el sabor amargo de tu recuerdo-
a través de las lenguas que me recorren
-con tus palabras nunca pronunciadas-
a través de unos ojos que me miran
-con tu distancia haciendo camino-

...en los espejos.









Conciencia de ser-me

Decidí dejarme la ética
escondida bajo la cama,
en una caja de madera
que me regaló mi madre
cuando aún era niña.

Y desde entonces,
y sólo algunas noches,
-cuando me lo permito-
disfruto del fracaso.










Tiempo limitado

No hacen falta despertadores
cuando hay gatos
que te sacan de los sueños
y te dan los buenos días
entre saltos, carreras y ronroneos.
Y te recuerdan así
que te debes marchar ya.





Leña húmeda

Recojo el olor de la espuma
y lo guardo en el trastero.
Ya era de noche en el pueblo.
Las chimeneas se volvían a apagar.
Había pasado demasiado tiempo
desde la última vez.